Los diferentes tipos de reciclaje (IV): la recuperación de metales


Siguiendo con la serie de artículos que estamos escribiendo, hoy nos corresponde hablar del reciclaje de sustancias metálicas. Se puede definir un metal como todo aquel elemento químico que, además de ser buen conductor del calor y la electricidad, posee alta densidad y es sólido a temperaturas normales (excepto el mercurio), además de poseer generalmente la capacidad de reflejar la luz (lo que le da su peculiar brillo). Dentro de los metales, nos encontramos dos clases: los ferrosos (Hierro) y los no ferrosos (Cobre, Aluminio, Estaño, ..).

Tanto la chatarra de metales ferrosos como la de metales no ferrosos procede de tres grandes fuentes de origen:

– Propia o de origen: La generada en la fábrica, refinería, o fundición, y que, en general, es recuperada y utilizada de nuevo en la misma planta.

– De origen industrial: La chatarra procedente de recortes y mermas surgidos en el proceso de elaboración de un producto de consumo (electrodomésticos, latas y envases de acero, aerosoles, maquinaria, barcos, automóviles, trenes, etc.) en el que intervienen productos metálicos.

– Obsoleta: La chatarra procedente de productos ya obsoletos que han cumplido su vida de uso. En general, esta chatarra representa un porcentaje muy importante de los residuos metálicos, pero su aprovechamiento requiere de importantes esfuerzos relacionados con su recogida, clasificación, recuperación y reciclado de los productos metálicos asociados. Es el caso de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEEs) y Vehiculos Fuera de Uso (VFUs)

 

Presentación: El reciclaje de residuos metálicos

El Reciclaje de Metales Ferrosos    

El acero y el hierro, al igual que el resto de los metales, puede ser reciclado una vez que su uso inicial ha llegado a su término un número prácticamente ilimitado de veces, sin perder calidad, y cualquiera que haya sido su origen. Tal y como se mencionó anteriormente, las principales fuentes de chatarra de hierro y acero provienen del fin de uso de productos (electrodomésticos, envases, aerosoles, máquinas, automóviles, etc.) y de mermas industriales (tanto propia como industrial).
Son fácilmente identificables en los residuos a través de la separación magnética. Si se logra obtenerlo sin ningún tipo de contaminantes, se trata de un material 100% reciclable y puede reciclarse un gran número de veces donde la única limitación al rendimiento del reciclado viene determinada por tres factores:

– La efectividad del proceso de recuperación de los usos previos

– La efectividad del sistema de recolección y selección

– Las dificultades técnicas del reprocesamiento
El acero suele encontrarse con algunos elementos que complican su reciclaje como las varillas con hormigón o tuberías enterradas. En otros casos, es necesario eliminar la presencia de contaminantes en el mismo para aumentar el rendimiento del proceso.

Toda esta chatarra ferrosa, una vez prensada en forma de grandes balas compactadas, es enviada nuevamente a las acerías, donde el proceso de obtención de nuevos productos siderúrgicos (tanto aceros como fundiciones) a partir de chatarras férricas se realiza mediante hornos eléctricos (ciclo electrosiderúrgico).

Si un residuo metálico está sumamente contaminado (con hidrocarburos, pinturas, ..etc), aunque se realice el prensado del mismo, no se eliminan las sustancias nocivas que pueda contener. Por ello, para poder obtener un metal completamente reciclado y óptimo para su posterior uso, es necesario realizar otro procedimiento que es muy parecido al que hablábamos en el ultimo articulo sobre el reciclaje de plástico. El metal se tritura, se lava y se almacena hasta su posterior traslado a la acería para su tratamiento final.

Usando maquinaria adecuada podemos obtener tiras de metal con tamaños entre 20-40 cm procedentes de los envases de metal contaminados. Estas pasan por un tromel (un cilindro de unos dos metros de longitud) donde el metal se mantiene en contacto con una disolución de hidróxido sódico que elimina toda los contaminantes incrustados en el metal. Esta disolución se encuentra siempre en recirculacion y únicamente se cambia cuando se encuentra realmente agotada y su poder de limpieza ya no es efectivo. Posteriormente, estas tiras de metal que hemos realizado pueden prensarse para su reducción de volumen y mejorar el transporte al gestor final del metalo realizar un transporte a granel en contenedores adecuados, dependiendo de las exigencias del mercado en cada momento.

Así, debemos tener en cuenta que dependiendo de la contaminación que tenga un residuo ferroso, deberemos elegir una técnica u otra. En el caso de que el metal provenga de recogida selectiva, desmontaje de RAEE’s o de VFUs podremos elegir realizar un prensado y transporte a reciclaje final. En caso de tener metal contaminado, procedente de envases industriales, por ejemplo, se deberá realizar la des contaminación del residuo para mejorar su posterior tratamiento final y las condiciones medioambientales del mismo.

El Reciclaje de Metales No Ferrosos

Aluminio

Una vez que el aluminio usado llega al gestor, éste se clasifica y prepara, separándolo de los restos de metales y materiales por diversos métodos –manualmente, separación magnética, separadores por corrientes de Foucault, fragmentado, triturado, cizallado, etc.–, tratando de estandarizar la calidad del material para el cumplimiento de las normas nacionales existentes. Posteriormente, la chatarra obtenida suele ser prensada y empaquetada para facilitar su transporte, bien a un mayorista de chatarras o directamente a la fundición para la producción de aluminio secundario.

Cobre

El cobre, al igual que otros metales, puede ser reciclado un número ilimitado de veces sin perder ni degradar sus propiedades químicas o físicas, siendo uno de los materiales más reciclados ya desde la antigüedad.
La fuente más importante de chatarras de cobre son los productos que han finalizado su ciclo de vida funcional (chatarra obsoleta). Entre ellos se encuentran los residuos de construcción (instalaciones de fontanería, gas y calefacción o cables eléctricos), así como equipos eléctricos y electrónicos y productos de latón.
El proceso de reciclado del cobre consta básicamente de la recogida y clasificación de las chatarras de cobre en función de sus niveles de pureza para su posterior envío a la fundición o tratamiento final. Así, los residuos de cobre puro pueden ser fundidos directamente. Su pureza se comprueba mediante análisis químico cuando aún está en estado liquido. Después se desoxida y lleva a formas intermedias —como lingotes— para usarlos en otros procesos. Los residuos que contienen óxidos se funden para formar ánodos que van a electrorrefinación para obtener el nivel de pureza deseado. En algunas aleaciones, como el latón y el bronce, el residuo de cobre se funde y forma más aleaciones, sin que se vuelva a refinar. Si el residuo de cobre está mezclado con otros minerales, se evalúa la relación coste-beneficio del proceso de volver a refinarlo. Si esta relación es muy alta —como en el caso de la lata y el níquel que sólo se pueden sepa-rar mediante electrorrefinación—, el residuo de cobre se destina para fines no eléctricos, que no requieren niveles de alta pureza.

Esperamos os haya gustado el artículo.. te dedicas al reciclaje de estos residuos? Que técnica utilizas tú? Cuéntanos tus experiencias..

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